sábado, 30 de julio de 2011

la caminata de los dedos

La procesión de tus dedos empuñados

cercando tus caminos navajados

sin dejar ver tu cuartel

de vida y de muerte a la vez


La procesión de tus dedos

caminan por tierras empapadas

por montes de leche envasada

que un crio deseará sacar

para alguna vez tomar


pero no en la cama


La procesión de tus dedos

reclutan por el camino

vasijas con miel

y en el centro pájaros

que militan bajo tus pies


La procesión de tus dedos

vienen de tus venas

te paga con una enagua de seda

y un bordado en la luna hiena.

hombre de color arena

Hombre de color arena

el de las ventanas empañadas de rosas rojas lapidadas

el de cementerios en las entrañas


Hombre de color arena

el que esconde el mar

debajo de las estrellas


Hombre de color arena

el de las comesuras estrategas

el de disfraz de color tierra

pero con cuero de cereza


Hombre de color arena

el de manos de rastrillo

el que raspa un libro

para sacar tu ser. tú mismo


Hombre de color arena

el que juega con la copa de vino

el que deja caer la lágrima

y la toma junto al olvido


Hombre de color arena

el que camina por el puerto

vigilando sus gaviotas

vigilando sus deseos


Hombre de color arena

te visito con mi sombrilla a cuesta

me siento en ti

he invito al mar

para que dibuje nuestra esencia.

la méndiga

En tus sienes salen canas

como cuando el tiempo le da la razón al recuerdo de lágrimas;

nominadas a un premio digno que engalana

al más puro estilo del cemento y al cartón que te guarda,

que te guarda tu chalina de color pasa

que te guarda de esas miradas ausentadas


En tus cabellos, en cada uno de éstos

las hormigas los hacen parte de su camino habitual

con aplome

cuan fueran poseedoras recaudadoras de vestigios

que en tu pelo dejó el invierno

de tu tiempo reposado,

amaserado que al sol le haz dado.


Calientas tu fiel gorro bajo el círculo antaño,

parte del extremo de los estados

y la vestidura de la luna cuando anda de verano.

Le regalas un abrazo

por el buen desempeño al protegerte del viento

y del aliento frio de los que se acercan

con la mirada dada vuelta

y con sus voces "de nada" poco antes que arrojen sus migajas

Para menos suerte sólo le servira para comprar un café y un trozo de pan

pero sí ,

fuera de este lugar

porque quiere alimentar a tres bocas

sin soledad